Viajar con enfermedad crónica: medicación en la mochila y mundo por descubrir.

Sí, tengo enfermedad de Behçet y fibromialgia. Sí, a veces me duele todo. Y sí… también he viajado por medio mundo.

Porque aunque el cuerpo ya no responda como antes y la mochila ahora pese más (gracias, medicación), las ganas de explorar no desaparecen. Solo cambian las formas.

Desde que me diagnosticaron, he seguido haciendo una de las cosas que más disfruto: viajar. He paseado por Petra en Jordania y  zocos de Marruecos, me he dejado sorprender por Turquía (sí, fui a buscar al señor Behçet, aunque no apareció), me perdí conduciendo por Croacia y sentí el sol de Malta. También he vivido momentos preciosos en ciudades europeas como París, Londres, Catania, Roma,Viena, Budapest o Bratislava y he descubierto lugares preciosos de España.

Y no, no ha sido todo fácil. Hay días en los que la energía va justa, en los que el cuerpo protesta y hay que adaptar los planes. Pero viajar con enfermedad crónica no es imposible: solo requiere un poco más de organización, mucha flexibilidad… y un toque de valentía.

Planificó bien los trayectos, llevo siempre mi medicación (y algún que otro “por si acaso”), busco alojamientos cómodos, y, sobre todo, me permito descansar sin culpa. Si un día no puedo con una excursión entera, disfruto de un café frente al mar o de un paseo lento por alguna calle bonita.

Viajar me sigue llenando el alma, me hace sentir viva y me recuerda que, aunque mi vida ha cambiado, sigue habiendo sitio para las cosas que amo.

Así que si tienes una enfermedad crónica y te preguntas si aún puedes recorrer el mundo, mi respuesta es: sí, puedes. A tu ritmo, con tus pausas, con tu mochila llena de medicinas… pero también de ilusión.

Y como quiero que tú también te animes, aquí te dejo algunos consejos que a mí me han funcionado para viajar con una enfermedad crónica sin perder la magia del camino:

Antes del viaje:

1. Planifica sin agobiarte
Investiga el destino, sí, pero no te obsesiones con ver “todo”. Escoge lo que más ilusión te hace y deja espacio para improvisar (o descansar). Tu energía es oro.

2. Consulta con tu médico
Si vas a viajar lejos o por varios días, revisa con tu especialista si necesitas informes, cambios de medicación o vacunas. Llevar una pequeña carta médica (traducida si hace falta) siempre ayuda.

3. Prepara tu botiquín con antelación
Haz una lista de tus medicamentos imprescindibles, revisa si necesitas recetas para volar con ellos y guarda todo en tu equipaje de mano. Incluye analgésicos, antiinflamatorios, vitaminas, cremas, lo que uses a diario… y algún comodín para imprevistos.

4. Seguro de viaje, sí o sí
Busca uno que cubra enfermedades crónicas y posibles urgencias médicas. Es una tranquilidad enorme saber que no estarás sola si algo pasa.

Durante el viaje: 

5. Escoge bien el alojamiento
Procura que esté bien ubicado, con acceso fácil al transporte o cerca de lo que más te interesa visitar. Si puedes, elige un sitio cómodo donde descansar bien sea fácil (cama buena, ascensor, pocas escaleras…).

6. Menos es más: diseña días equilibrados
No quieras recorrer toda una ciudad en 24 horas. Alterna actividades activas con tiempos de pausa. A veces, sentarte en una plaza bonita y mirar la vida pasar vale más que hacer 10 kilómetros en un día.

7. Come bien y escucha tu cuerpo
Viajar no es excusa para saltarte tus rutinas. Intenta mantener una alimentación lo más equilibrada posible, hidrátate y respeta tus horas de descanso. Tu cuerpo te lo agradecerá.

8. Sé flexible con tus planes
Si un día no puedes con lo que habías previsto, no pasa nada. Cambiar de plan no es fracasar, es cuidarte.

💛 Y lo más importante: disfruta a tu manera

Viajar con dolor crónico no es menos viajar. Tal vez no hagas tantas cosas como otros, pero lo harás con otra mirada. Y eso también es valioso.

Yo aprendí a apreciar más los pequeños momentos: un atardecer en silencio, una conversación con alguien local, un desayuno sin prisa, una foto espontánea. Son esos momentos los que quedan.

📌Mi checklist para viajar con dolor crónico

  • ✅ Medicación suficiente (y de repuesto)
  • ✅ Carta médica + informes
  • ✅ Seguro de viaje adaptado
  • ✅ Zapatillas cómodas
  • ✅ Snacks saludables
  • ✅ Agua siempre a mano
  • ✅ Ropa cómoda por capas
  • ✅ Tapones y antifaz para descansar mejor
  • ✅ Mente abierta y expectativas realistas
  • ✅ Ganas de disfrutar, aunque sea de forma diferente🌍 Porque sí, se puedeViajar con una enfermedad crónica es posible. Solo necesitas adaptar el ritmo, entender tus límites y viajar con una maleta llena de amor propio. Y, por supuesto, nunca olvides tu mejor equipaje: tu resiliencia.Si esto te ha servido o te ha inspirado, me encantaría que lo compartieras con alguien que también lo necesite. Porque entre todas, hacemos camino.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio